noviembre 24, 2008

Artículo Del sextante

“tezcatiplocán” estaría mejor en Medellín

Se levantó cantando, arregló su larga cabellera negra e hizo todo de un día normal, pero con la diferencia que esa noche era la que había esperado por tanto tiempo. Se casaría con aquel amor mexicano que había encontrado vía Internet tiempo atrás. Adriana Giselle Olivero Tabares, una mujer de 23 años, baja estatura y facciones paisas muy marcadas, esperaba, como muchas otras mujeres latinas, realizar su sueño de vivir feliz con un extranjero fuera de su tierra natal, Medellín.

La noche llegó y con ella el sueño de irse a vivir a la capital mexicana. La ceremonia pasó felizmente al igual que la celebración, pero al otro día no sólo cambiaría el estado civil de Giselle, sino también su vida. Los problemas comenzaron desde su salida para Bogotá, donde tuvieron que esperar una semana, para poder dirigirse a su destino final, Ciudad de México. “Sentía mucho temor, que algo no estaba funcionando y que el destino por medio del clima me decía que no debía hacer ese viaje…”, expresó Giselle.

Entre angustias y expectativas la semana pasó y finalmente su vuelo tomó rumbo hacía la capital mexicana. Giselle, se desabrochó el cinturón de seguridad, agarró su equipaje de mano y le dijo al que era ya su esposo que estaba muy ansiosa por llegar a una nueva cultura. Él, un hombre de baja estatura, rasgos bruscos, pero de muy buena presencia, le dijo en tono amable que todo estaría muy bien, pero no sería como siempre ella había vivido.

Giselle, al pisar suelo mexicano, sintió un fuerte cambio en el ambiente que la rodeaba. “Me sentí atacada. Por donde miraba era información, publicidad, propaganda política, además de lo rayados que se encontraban los muros. La ciudad era muy sucia y el aire lo sentía pesado”, comentó Giselle.

Pasó la primera noche en la nueva ciudad y en la mañana, se levantó para hacer ejercicio, como era su rutina en Medellín, pero no pudo hacerlo. Su cuerpo no le respondía de la misma manera y la respiración se le cortaba a cada instante.

Hasta ese momento se percató de que había llegado a una de las ciudades más contaminadas del mundo. Erika, otra joven que estuvo en México, pero como turista, afirmó que mientras pasó sus vacaciones allá sintió el cambio del clima. “En las mañanas veía una nube espesa en el aire y cuando quería respirar me sentía ahogada y no podía creer que fuera tan contaminado el país”.

Ciudad de México tiene una población de más de 19 millones de habitantes y se encuentra ubicada en America Central. Es la capital mexicana y a su vez representa la mitad de la economía del país. Además, según un estudio hecho por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2006, Ciudad de México es una de las más contaminadas del mundo. Registra en el aire altos niveles de dióxido de sulfuro, partículas en suspensión, monóxido de carbono y ozono troposférico, así como altos niveles de plomo y óxido de nitrógeno”.

Giselle volvió a su ciudad natal después de “dos largos años”, en los cuales no podía trabajar por ordenes de su marido y donde su única compañía era un perro labrador café llamado Sebastián.

Una sensación de de frescura, fue lo primero que sintió Giselle al bajarse del avión en el aeropuerto José María Córdova de Rionegro. Sus días, como ella lo dijo eran frescos, porque sentía que podía correr y realizar la rutina de ejercicios sin sentir que el aire le faltaba.

Medellín, aunque no es tan contaminada como Ciudad de México, tiene altos índices de polución. Según un informe de evaluación 2006 “Medellín cómo vamos”, publicado en abril de 2007 por un grupo de entidades como Pro Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, Universidad EAFIT, Fundación Corona, afirma que los automotores producen el 80% de la contaminación (…) que en una forma de nube espesa cubre la ciudad las 24 horas del día, concentrándose principalmente en el centro y en el sector sur- oriental del valle.

El mismo informe añade que en Medellín se consume el Diesel más contaminante del mundo (Diesel de 4500 partes de azufre por millón– PPM –) los sectores con el más alto nivel de contaminación atmosférica en la ciudad son: Buenos Aires, La Candelaria, Laureles, El Poblado, Guayabal, Belén y Castilla. Y con el más bajo, Popular, Manrique, Robledo y La América.

Carlos Arturo Bozón, ingeniero ambiental de la universidad de Medellín, afirmó que “por el creciente desarrollo económico de los municipios que conforman la región metropolitana, en los últimos años se incrementó el parque automotor, con el agravante aumento del consumo de combustibles fósiles, que genera graves consecuencias sobre la calidad del aire, siendo según el reporte del Banco Mundial en el año 2005, una de las ciudades más contaminada del país”.

Giselle después de dos años de sufrimiento, tanto en la parte sentimental como de salud, se divorció de su esposo, dejó la “contaminada” ciudad de México y volvió a su familia, donde la recibieron calurosamente y como ella dice “así Medellín tenga índices de contaminación, puedo respirar y no sentirme asfixiada, además de estar en mi cultura y con mi gente”.

Ahora, la vida le ha dado la oportunidad de valorar lo que antes no había visto o sentido y disfruta de cada día y de cada parte de la naturaleza que le ofrece la ciudad, porque sabe que en Medellín hay un Pacto para el mejoramiento de la calidad del aire*, el cual hará que sus mañanas de ejercicio sean tan placenteras como alguna vez lo fueron.

* El pacto para el mejoramiento de la calidad del aire tiene como objetivo Desarrollar acciones conjuntas para mejorar la calidad del aire a través del fortalecimiento al seguimiento y control de los contaminantes atmosféricos y medidas que permitan la protección de la salud pública y la calidad de vida en la región.